La ruta comienza en la Playa de Trengandín, una extensa franja de arena dorada de más de 6 kilómetros. Durante el trayecto, se puede apreciar la singularidad de sus formaciones rocosas, especialmente visibles durante la marea baja, y observar la biodiversidad que habita en este espacio. Desde aquí, el camino sigue hacia los acantilados, donde se abren espectaculares vistas del Mar Cantábrico, ideales para quienes disfrutan de la fotografía o simplemente de momentos de conexión con la naturaleza.
El recorrido continúa hacia la Playa de Ris, conocida por su entorno más animado y por ser un lugar perfecto para los amantes del surf. Aquí, las dunas y las marismas se convierten en protagonistas, formando parte del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, un área protegida de gran importancia ecológica. Las marismas albergan una enorme variedad de aves migratorias, lo que hace de esta ruta un destino ideal para el avistamiento de aves.
Además de los paisajes costeros, la ruta incluye pasos por zonas rurales, donde es posible disfrutar de la tranquilidad y descubrir elementos del patrimonio local, como antiguos molinos y pequeñas ermitas. El contraste entre el verde de los prados, el azul del mar y el dorado de las playas ofrece una experiencia visual inigualable.